jueves, 10 de enero de 2008

Algo más sobre la autora

Leonor Fernández Riva
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Periodista, por sentimiento, ejercicio y vocación por sus venas corre la sangre de imprenta que heredó de su padre el inolvidable periodista y editor cubano José Fernández Morgado, fundador de la Casa Editorial Impresora Feriva S. A. de Cali, Colombia.

Leonor nació en Cali, Colombia, pero luego de su matrimonio se radicó en Ecuador, país en el que residió durante más de 30 años. En ese país hermano al que la une un profundo sentimiento de gratitud y cariño, dejó una huella perdurable en todas sus actividades literarias. Colaboró como correctora de estilo y periodista en la editorial del Banco Central del Ecuador, en el periódico La Hora http://www.dlh.lahora.com/ y en la editorial Abya Yala de Quito http://www.abyayala.org/ .

Como un testimonio de su profundo amor por ese país hermano, dejó su impronta agradecida en la bellísima revista Quiteñidad, de la que fue productora y directora, una publicación en la que se recordaba y resaltaba a las personas, a las costumbres y al entorno colonial de ese Quito mágico y romántico de principios del siglo XX. Fue está una revista que tuvo una gran acogida entre la sociedad quiteña. Fue también presidenta en el Ecuador, durante dos periodos, de la Fundación Ayuda para la Salud, ONG muy reconocida que apoya programas de salud para las comunidades ecuatorianas menos favorecidas y que colaboró en las investigaciones y aplicación en ese país de la vacuna contra la malaria desarrollada por el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo, labor a la que personalmente brindó todo su apoyo.

Al retornar a Colombia en el año 2000 retomó sus actividades literarias participando en diferentes y variados talleres y seminarios. Actualmente se desempeña como correctora
gramatical y de estilo y colabora en la redacción de diferentes publicaciones tanto nacionales como del Valle del Cauca. En noviembre de 2006 publicó el libro de poesías Cristal. Mantiene una columna de opinión en "Opinión Cibernauta" del Diario Occidente de Cali y edita anualmente desde el año 2006 el Almanaque Imprescindible Leonor un sueño hecho palabras que evoca en sus páginas las inolvidables y multifacéticas revistas de antaño.
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Mis Padres 
Una relación de amor, admiración y gratitud que trasciende el el parentesco biólogico.
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Mi madre, Antonieta Riva de Fernández, un ser excepcional a cuya extraordinaria imaginación y solícitos cuidados debo mi excelente salud y mi pasión por la lectura, la aventura y el conocimiento


Fue una mujer admirable que nos legó a sus hijos un mundo maravilloso poblado de sueños y aventuras. Nació en Lima, Perú, pero al radicarse en Colombia junto a mi padre trajo con ella sus tradiciones, sus costumbres y la magnífica gastronomía peruana con la que llenaría de gusto y de placer las vidas de sus hijos de su familia toda y de sus amigos. Pero lo más importante que trajo con ella y que conservó toda la vida fueron sus sueños, sus leyendas y su prodigiosa y rica imaginación.

A través de sus relatos, mi mundo infantil se fue poblando de vivencias preciosas y mágicas. El hechizo de sus palabras, de sus maravillosas narraciones me fue llevando dulcemente, casi sin darme cuenta hasta las páginas de los libros. Y entonces, un mundo alucinante, siempre nuevo, siempre interesante y arrobador apareció ante mis ojos..
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José Ferrnández Morgado, mi padre, y también mi personaje inolvidable, quien con su ejemplo y con amorosa solicitud me enseño a cultivar la perseverancia y el trabajo , y amar la naturaleza, el teatro, los libros...

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Algo más...

Nací en Cali, cuando la ciudad, todavía sanfranciscana y amable hacía honor a la descripción del poeta de ser "un sueño atravesado por un río".
El río Cali, que en ese entonces la cruzaba prácticamente en su totalidad, era en efecto por aquellos días completamente cristalino, limpio, y motivo de frescura y solaz para la todavía provinciana población caleña.
Años más tarde y ya convertida en una grácil jovencita pude comprobar personalmente las bondades de nuestro río disfrutando junto a mi padre y hermanos unos paseos maravillosos e inolvidables a los magníficos "charcos" que con gran generosidad ofrecía el río Cali a lo largo de su recorrido. Esos paseos marcaron definitivamente mi gusto por la naturaleza, por el campo... y por la poesía.
(En la foto de la derecha, la autora de este blogg a la edad de un año.)
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En esta fotografía del recuerdo aparecen, arriba a la izquierda, mi madre con mi hermana Martha Cecilia (ya fallecida) en brazos, a su lado mi hermana Rosastella nacionalizada y residente en Francia desde hace varios años, a la derecha la autora de este blogg, en la segunda fila de izquierda a derecha, mi hermano Javier delicado actualmente de salud, a su lado mi hermano Álvaro y en el extremo derecho mi hermano Ernesto, gerente de Impresora Feriva S.A. Abajo, acuclillado, mi hermano Claudio fallecido trágicamente en Filipinas durante una misión del Banco Mundial.
La niñez no suele ser siempre sinónimo de felicidad, más bien diría yo, que es equivalente a alegría, energía, curiosidad y capacidad ilimitada de asombro. La mía fue mágica desde el primer momento. Tuve la suerte de ser una niña bastante común y corriente y esa circunstancia probablemente influyó para que, un poco alejada de las carantoñas y arrumacos que suelen brindarse a niñas más favorecidas, me fuera convirtiendo, no en "observada" sino en observadora de lo que sucedía a mi alrededor. Gocé pues, durante buena parte de mi infancia de un maravilloso anonimato que me permitió disfrutar descomplicada y grandemente mi niñez.
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Esta es otra nostálgica fotografía de aquellos despreocupados y alegres días de la niñez. Atrás la autora haciendo honor a las características que ya he descrito antes, a mi lado mi hermano Claudio, y en la siguiente fila, de izquierda a derecha, mis hermanos, Álvaro, Javier, Ernesto y Rosastella. Olvidaba anotar que fuimos once hermanos, en esta fotografía faltan, Martha Cecilia y cinco más que aun no se habían encargado.----

La fotografía de la derecha refleja una imagen de Cali muy arraigada en el corazón de quienes hemos vivido en esta ciudad desde nuestra tierna infancia. Muchas veces, siendo una jovencita recorrí caminando el paseo Bolívar con sus majestuosas ceibas y su característico Puente Ortiz. Era un trayecto sumamente grato y prácticamente obligado para quienes nos trasladábamos desde nuestros hogares hasta el centro de la ciudad. Cali era todavía una ciudad coloquial y tranquila en la que aun no existían grandes centros comerciales y todo el comercio funcionaba en el centro de la ciudad.
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Esta gráfica ilustra un pequeño trecho del Río Cali -nuestro río- que hoy se encuentra contaminado y agobiado por la gran ciudad, pero que hasta hace solo unos pocos años brindó generosamente a los caleños en sus maravillosos cauces y "charcos", inolvidables momentos de la más sana diversión.
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A la izquierda, la autora de este blogg durante un inolvidable viaje al Perú (1963).

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. Fotografía en la que aparece la autora en su finca del Ecuador junto a los pequeños terneros a la hora del ordeño. Un momento de solaz en medio de la naturaleza que siempre llenó su corazón (1980).
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Plaza Bolívar en Bogotá (2004)
. Gráfica captada en la inauguración del auditorio Claudio Fernández Riva de la Universidad del Valle, ceremonia durante la cual se hizo entrega del premio anual que también lleva el nombre de mi hermano Claudio al mejor trabajo de grado en Ingeniería Mecánica (2006)..

En los libros encontré mi mayor riqueza. Ellos me proporcionaron los momentos más gratificantes de mi vida y uno de mis más profundos y leales amores: el amor por la palabra impresa. Como me dijo siempre mi padre " El placer por la lectura es el que más te va a acompañar y durar en la vida". Y así ha sido en efecto. Una dicha inigualable que solo podrán comprender quienes compartan conmigo esa adicción embriagante de la lectura. Ese ver desaparecer insensiblemente el tiempo ante la magia que nos depara un libro cuando sus palabras tocan nuestra alma y nuestros sentimientos.
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Taller de poesía dirigido por Omar Ortiz en la Biblioteca del Centenario de Cali. En la gráfica de izquierda a derecha, María Paulina Quintero, a su lado mi gran amigo Gabriel Ruiz, generoso y sincero en el reconocimiento de mis pequeños logros literarios y asesor paciente y entusiasta en la elaboración de este naciente blogg, y a su lado quien esto escribe. Adjunto el link del estupendo blogg NTC … de Gabriel para quienes deseen enriquecer su espíritu con una gran variedad de temas literarios y culturales http://ntcblog.blogspot.com/
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--- Declamando una de mis poesías el día de la presentación de Cristal. ( noviembre 24 de 2006).


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Mis hijas y nietos
Razón de mi existir

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Quiero terminar esta reseña con una pequeña secuencia gráfica de estos seres tan queridos para mi. La inicio con una poesía que escribí a mi pequeña hija Luz Myriam, fallecida tempranamente a la edad de quince años.

Luz Myriam
1968- 1983
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¡Perdóname, hija mía!´
Cristal página 77

¡Perdóname, hija mía,
porque al darte la vida
con fatal ironía también te di
la muerte... y el dolor!
Inútil
fue rodearte de cariño,
mimarte, protegerte cuando niña,
contarte mil historias encantadas
de príncipes, de brujas y de hadas
donde triunfaba siempre la bondad.
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Hoy ha pasado el tiempo y me pregunto:
¿Para qué sirvió todo si igual enfermarás y sufrirás?
¿Si vas a recibir mil decepciones
y te habrán de engañar y defraudar?
Y no podré evitar que también envejezcas
y presientas un día tan cercana la muerte
como la siento hoy yo.
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Si pudiera volver atrás el tiempo
yo ya no te tendría. ¡Te lo juro, hija mía!
No sé cuánto daría por no haberte traído
a vivir en un mundo donde reinan
la angustia, el odio y el dolor.
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¡Perdóname, hija mía,
porque al darte la vida, con fatal ironía
también te di la muerte... y el dolor!
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Mis dos hijas: Denise y Leonor. Las dos, hermosas, alegres, inteligentes, excelentes hijas, buenas personas, amorosas y dedicadas madres y con una gran riqueza interior para disfrutar y valorar las cosas buenas de la vida pero también para sobrellevar con valor los momentos difíciles y salir adelante a pesar de las dificultades .
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Mi nieto, David Eduardo, "Davicho", dueño de una personalidad cálida y arrolladora y unos ojos preciosos que no le caben en la cara.
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Martín, mi nieto menor, sencillamente bello y encantador y con una inteligencia y una bondad sorprendentes.
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Adolfito, aquí con su hermanito Martín de pocos días de nacido. Un nieto verdaderamente especial, bello, inteligente y con una gran personalidad.
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Un momento feliz en Quito junto a mi hija Leonor y mis nietos David y Luis Miguel ( en el extremo derecho) . Luis Miguel es un nieto verdaderamente maravilloso, excelente deportista, sensible, inteligente, alegre y bondadoso de corazón (2005).
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Mi hija Denise con Adolfito su hijo mayor durante el primer año de su nacimiento.
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Estas fotografías ya son un poco antiguas, mis nietos - con excepción de Martín que tiene solo seis años, se han convertido en unos guapísimos jovencitos de 14, 15 y 18 años, pero he querido publicar estas fotos de su niñez al inicio de mi blogg, porque estas imágenes continúan siendo frescas para mi corazón y porque creo que en esas tiernas edades quizá su abuelita lejana también estaba más cerca de su corazón.

Sed


Cada día que pasa sin lograr que me quiera
es un día perdido...
¡Oh Señor, no permitas, por piedad, que me muera
sin que me haya querido!



¡Porque entonces mi espíritu, con su sed no saciada,
con su anhelo voraz,
errará danto tumbos por la noche estrellada,
como pájaro loco, sin alivio ni paz!



Amado Nervo